domingo, marzo 10, 2013

Yo decido.

“Lo único que queda es seguir” y ¿qué más? dime ¿quién nos dio la alternativa de elegir? nuestra condición terrenal nos abruma, eres capaz de percibir el ritmo incesante de calles colapsadas sin poder hacer nada. La inercia no nos da la oportunidad de desatarnos de sus cadenas, sólo en pocas ocasiones somos capaces de escoger nuestro destino sin no ser arrastrados por el oleaje, de tomar las decisiones más justas con uno mismo o de hacer todas aquellas cosas que realmente uno quiere.
Me da por soltar una risa burlesca, creemos fielmente que la vida no es más que la consecución de nuestras propias decisiones, actuando siempre tal y como deseamos, sin condiciones ni trabas, ajenos a nuestras circunstancias, sometidos a nuestros principios. Nada más lejos de la realidad.

Imponer nuestras reglas es algo que desconocemos, lo más sencillo es suponer nuestra libertad para no caer en la desdicha, así sobrevivimos, a base de verdades a medias. Si das un puñetazo en la mesa y reclamas un cacho de divinidad lo más seguro es que te destroces la mano y no sin oír un “ya te lo dije”
Estás fijando un destino que se te escapa de las manos, impaciente siempre por conocer lo que sucederá y reclamando a la vez un poco de calma.
No hay fin porque desconocemos los medios y si cabe, el fin, así que, deja de justificar tus actos.

Canto desaforado a la crueldad más terrible, las cadenas impuestas al nacer, los cánones que arrastramos como burdas mulas de carga mientras la Providencia nos da de comer las sobras de un manjar que parece estar en putrefacción.
Lo lamento, nunca seremos libres, jamás se nos dará la opción de abandonar nuestro futuro más próximo, porque al fin y al cabo, sólo nos queda seguir.

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