Que no me digan que he perdido la ilusión, porque la vida dijo que hoy tocaba jugar con la felicidad y pasear un rato de la mano.
No hay mentira más agradable que la que vivimos ni peor caída que la del precipicio de la esperanza pero no por ello voy a dejar de buscarla ni a sentir más miedo que de eso hay bastante ya.
Oportunidades que a veces se multiplican y te demuestran que en ocasiones es necesario equivocarse para coger el camino correcto.
Nunca he creído en el destino, ni tampoco en la casualidad aunque por una vez parece que el Universo se confabula con el fin de poder demostrar que puedo hacer bien las cosas, que no voy a fallar.
Si así es hoy, estoy contenta aunque todo sea bastante confuso y quizás demasiado pronto para vaticinar el futuro pero
¿Por qué no?
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