-Mierda un espejo- dijo. Sabia que nadie le escuchaba pero parecia sentirse mejor si lo decia
Misma cara, mismo pelo, mismo cuerpo, el día de siempre.
Mientras se acercaba a su cocina, veía a lo lejos a su madre que para variar empezó a gritar:
-¡que otra vez piensas llegar tarde como siempre, claro si nos acostamos a esas horas!
-Buenos días mama.
Y removia su cola-cao intentando encontrar respuestas como si aquellos grumitos le descifraran el futuro, a algo se tenía que agarrar.
Salio por la puerta y como de costumbre no le gustaba su aspecto ni nada, típica desgracia adolescente que un día llamó a su puerta.
Llego al instituto sin excesiva ilusión y entonces comenzo otro nuevo día.
Carmen
''Somos el esperar''
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